Wednesday, April 29, 2009

El Sol de la Habana

Martin Se enamoro de la Habana, saco sus anteojos de hombre maduro y rejugado, piso la asera del aeropuerto y el olor a brea y sudor se le metio por los sentidos. Se desabotono la camisa de flores que identificaron su figura de turista, el calor le bajo la presion y su panuelo blanco se empapo de una sustancia salada y dulce que brotamos en el caribe habanero. Se habia casado tres veces con mujeres profesionales que planean todo, desde el retiro hasta las calorias del desayuno y cuantos pasos se da para llegar a la cocina. La doctora la conocio en una fiesta de la sociedad de bulgaros a la cual fue invitado por amigos que lo creian buen chef, ella se enamoro de sus ojos de buho y la tranquilidad con que a sus 29 agnos tomaba todo lo de la vida. Martin era un joven fornido y anos de practica de boxeo le habrian dejado un cuerpo de calsoncillos Klein. Agnos con la doctora bulgara le hicieron pensar que habria caido en una trampa y que el dinero no era lo que deseaba. Martin se volvio a casar con la profesora de matematicas de Columbia, le encantaban sus cabellos desalborotado y el panuelo que en la cabeza en las tarde africanas de Central Park fumando mota y en medio de la borracheras y el arrebato terminaban quedandose dormidos en la banqueta luego que los policias removian los tambores Haitianos del parque. Martin dejo a la profesora en uno de esos viajes al norte de europa, no queria volver a vivir con alguien de mas edad y con nada en comun que no sea su figura estetica y su cuerpo que embriagaba de envidia. "asi no Martinsito, cuando vas a sentar cabeza? "Sentar cabeza es aburrido madre".Del tercer matrimonio de Martin es muy complicado hablar, se enamoro hasta el forro de una turista francesa que le sonreia desde el alma, le dio hasta el ultio agujero de la piel y dejo el vicio del cigarro, las bebentinas de martes a sabado y no volvio por el bar maloloroso en que se besuqueaba con cualquier turista vagabunda en busca de aventuras con fornidos habitantes de esta ciudad. La francesa le quito todo a Martin, su libertad, su amor propio y hasta esa invulnerabilidad hacia el amor que lo habrian safado de tener hijos y vivir comodo con mujeres que lo amaban. Martin renuncio a todo y su familia ya lo creian casado con la mujer que amaria para toda la vida, pero una magnana de tanto discutir, de collecionar mapas para no perderse en la avenida de Paris y ella de decirle que el sol da cancer y que la bicicleta dagna la prostota, se cansaron uno del otro. Martin seguia enamorado y ella sabiendo esto le dijo una magnana de mayo que no lo amaba mas. Volvio a la ciudad mas cansado que nunca, sin nada que dar, sin su pecho de atleta y una barriga de esas que perdura pra toda la vida y adornan la vejez, su cabeza no tenia tantos pelos y se habria llenado de canas, sin hijos y solo MArtin ya no levantaba turistas en la barra que apunto esta de clausurar la asociacion de vecinos de la zona. conseguir trabajo como chef es mas dificil, el calor y las horas no lo podria aguantar. MArtin se puso viejo, sin amor que dar, sin sus ojos gigantes que brotan rayitos y sin hijos ni amigos a quien contarles historias de aventuras sin fin a la que esta acostumbrado. El orgullo no le dejaba admitir sus errores en la vida, de no tener hijos y quedarse con la primera mujer que le mantenia, que siempre fue un esclavo de su libertad,pero tambien Martin sabe que esta tarde para arreglar el pasado y comenzar de nuevo yque en su vida el amor es una revista cansada de ser leida en el bagno de la casa.

Continuara

4 comments:

Guido Gil Buonpensiere said...

Yo de verdad a usted lo admiro...! No ceso de sorprenderme de lo bien que escribes!

Una pregunta? No será que tenemos un poco de Martín dentro?

Guido (El Jevillo)

henry said...

que martin?, la boa? ese me quito una novia y me debe un dinero. Graciaspor el piropo jevillo.

henry said...

La gente como nosotros aveces tenemos algo de martin, y no nos da miedo tomar decisiones que para otros son errores de la vida. al final cada quien encuentra su brisa, su viento y su musa

Guido Gil Buonpensiere said...

Gracias por incluirme al decir nosotros!!! Lo de la brisa, el viento y la musa, es tan cierto como la Ley de Gravedad.