Ese día olíamos
a Caribe, a playa y cañitas donde
Camacho, La playa esta que de vez en
cuando se pone fría cuando el Sol la estremece con su partida y obliga a prender una fogata para que la brisa nos cobre la mala noche, la
deshidratación de la fiesta y el yodo y los yaniqueques de la explanada llena de cueros y sankíes. Era la Ciudad del caos donde despertamos y donde nos conocimos por la puta nieve. Esta ciudad nutrida de su luz oscura y nostalgia
desmedida que se dilataba con el tiempo,
con el humo que sale de los agujeros de la calle encima de los edificios y las ramas secas de los
arboles que solo emanan tristeza. New York comenzó a llover nieve llenando .
con una furiosa ira y un espesor que impedía
ser feliz ese día. Cerraron las
escuelas, decidieron cancelar el concierto del Gonzales y de la opera, El cine
y el restaurante chino donde me largaba a ponerle letras a sus cancionesy pedirle a Felix que nos de una serenata . A Pesar de la tormenta la llame; Parece que esperaba mi llamada, al lado del pianito donde practica y de su
ventana que no cierra bien y mete el frio de la ciudad más puta del mundo por
cada poro se su piel cochabambina.
Caminamos, cuadras, siglos, aceras, brincamos destellos de nieve y no nos
percatamos que el frio se metió en los pies, yo sin media, ella con el pelo
suelto, sin maquillaje (para qué?) y ese culo que brota candela por donde pasa,
bailando su ritmo, jodiendome la vida. El
restaurante era griego, un sitio de esos que solo sirven huevos y tocino, de esos que no tienen nada romántico y de luces que eran
las mismas de las novelas. Ella quedo tiesa mirando la nieve como si fuera el marl, yo no deje de mirarla nunca, y nos
quedamos en ese trance hasta que el viejo Moldovez nos irrumpió con el menú y
dos vasos de agua curtidos de bocas. No pude aguantar y le pegue un beso que
espanto no solo al mesero, pero a mis miedos y sus fantasmas, un beso que removio el calzo de la mesa coja del Restaurante y casi nos caemos. En mi boca se convirtió
en santa, me fui de bruces y coincidimos en no comer, en no ahogarnos nada en alcohol . Me agarro de la
mano como pincel y yo arrime mi cuello a su pecho como si ella habria leido mis intrucciones. Salimos a caminar la nieve como si fuera la
playa en una ciudad vacía, repleta de nieve y sin autos amarillos que las
adornan y la perturban. Fuimos a
amarnos, a comernos uno a los otros la piel y a cantar el amor que se
siente cuando puedes entrar en el cuerpo de una mujer que amas. Ella cuelga sus miedos de mi sesos y hace tu
espalda la esperanza. Yo la tocaba como
una guitara de 12 cuerdas afinada, no pudimos despegarnos nunca, pero el tiempo
se encargo de vencernos , le di otro abrazo mientras temblabamos, yo estaba aun débil
pero con ganas de amarla, nos fundimos en otro beso y nos revolcamos otra vez
como si nunca visitamos el amor. hecho un respiro profundo, yo atine a asomar
mi cuerpo desnudo por la ventana , ella me acompaño y miramos la nieve con el mismo placer del aquel Mar.
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