Monday, January 21, 2008

Dona Hilda

La calle se adorno con tus zapatos de charol lustrados, de tu pelo planchado de almidon y caminar sereno dos veces por dia al colegio desde la Maria Montez a la Maximo Gomez. Con tu lonchera para el desayuno y cantinas de arroz con habichuelas en las tarde en que pasabas por el frente de mi casa. Hiciste de una casa de putas un colegio donde sembraste hijos que viven por doquier, hijos postizos que te quieren y con tu instinto de madre nunca dejaste solos, no importa que faltara dinero para pagar el mes, o que mi camisa estaba arrugada de traerla en la bici cuando llegaba a la escuela y me portara mal con Felipe y Socorro. Te mataron el alma hace tiempo, te dejaron sola los ninos que correteamos con pistolas de mito el frente de la escuela y volaban capuchines en la azotea las primaveras de vacaciones. Nunca diste un "reglazo" la ronca de tu voz era suficiente para que arreglaramos las sillas y responder con un chillido "buenas tardes dona hilda"en la que usted aparecia con consejos y reuniones largas que frustraban ver la serie del llanero Solitario. Ya te fuiste, para mi no fue aquel sabado en que Fausto me llamo para contarme. No fue el dia que me vine a Nueva York y me despediste con un beso y vi en tu ojos la tristeza del librero lleno de papeles, del escritorio de madera podrido y las sillas de la escuela llenas de letreros "por aqui paso Caraballo" "Yoanka y yo""Kelvin el mejor" y hacer de mi silla favorita la que tenia grabada la formula de ecuacion perfecta "b es = a +- raiz cuadra de b al cuadrado mas c al cuadrado dividido entre dos". Y tenerte en mente para llevarte un Mont blanc, pero tu no querias Mont Blanc , en tu mano un Paper Mate era suficiente para arreglar la nota y desafiar al tiempo. No moriste el sabado, no te moriras nunca, tus hijos somos bastantes, los que crecimos respetandote, temiendote, evitando tus discursos cuando me portaba mal y llegaba tarde a las clases con olor a cervezas. Ni la ultima vez que te vi que me rompiste el alma acariciadome con cada palabra la calva mientras yo miraba colgada en la direccion la foto de cuando jugamos basket en la escuela. La gente como usted no muere Dona Hilda, ni porque pongan escuelas mas modernas y el apartamentito donde mudo el colegio a pesar de pequeno este vacio; en su corazon guarda un ejercito, no importa que hayas marchado, no importa si hoy no camina la Mauricio desde la Maria Montez a la Gomez, no importa que no volvamos a vernos, no importa que la gente no advierta que existe entre tanto edificios en contruccion hoy que no esta de moda escribir a mano,!" quien dijo que el mundo iba a ser esta mierda" tu que lo pintabas con lapices de colores y cuadernos Petete. Quien dijo que tu cuerpo es eterno? quien dijo que el amor se muere? No importa que el sabado te fuiste sin despedirte, que las flores no sean suficientes que el ataud nos pese y perdamos de vista el cementerio lleno de grafitis y tecatos y tus zapatos negros no pisen los contenes de mierda de este barrio, que la musica del colmado no te deje ensenar en la pizarra coja y las computadoras compitan con tu caligrafiada letra y en vez de clases de taquigrafia las ninas del barrio quieran ser Corporettes" .que no te vea desde hace dos anos,que no te vere nunca, que importa si nada importa. Tu siempre tendras en nuestro corazon un colegio.

Gracias por existir, por ensenarme a leer y salvarme la vida.

3 comments:

Baakanit said...

Muy merecido homenaje a Doña Hilda. Ser maestro es uno de los trabajos más nobles que puede existir, aunque le paguen tan poco a los pobres.

Me haces recordar los anuncios del tren, esos en los que buscan maestros y lo hacen con un slogan que dice:

"Quieres que tu nombre sea recordado?"

Saludos.

E.P.D Querida Hilda, representante de todos esos que dejan un pedazo de su vida en este mundo, a pesar de los malos sueldos y los malcriados que nunca cogieron cabeza.

Unknown said...

Gracias, Gustavo, la Doña se va enterar,donde quiera que se encuentre, de tus lindas palabras.

Tatiana said...

Honor a quien honor merece, como doña Hilda, a lo mejor hay miles de heroes anonimos en nuestro pedazo de tierra.