Veje no me quito la vista de encima, queria culparme de la ausencia de todos estos anos, de no contar que yo, un dia de diciembre, partia sin querer a lo desconocido. Yo lo queria mucho, se lo demostraba cuando le ayude a armar la pequena bici en la que le dimos la vuelta al mundo, a nuestro mundo; aquel de barrios abanderados y mercados sucios que conducian a piscinas naturales rodeados de casitas de carton y una que otra escapada de la policia por llevarnos las bolsas llenas de pan de la fabrica. El era diferente, vivia siempre amargado, peleando por todo, discutiendo por todo. Siempre fue asi, hasta cuando de pequenos imitabamos al Caballero Negro con una mascara hecha del carton de una mascota Petete y caia de espalda en la arena de la construccion de la chocolatera "cono se van a llevar la arena". Lo de la lucha libre no nos duro mucho, Centella pedaleaba por la Mauricio y nosotros queriamos ser como el, y andar todo el barrio y que la gente grite "salta Centella, salta". Superams a Centella, nos conocian en todos los barrios por ser los mas valientes y audaces, por ser como hermanos, aunque el no compartia conmigo y Manases un pedazo de sandwich y conformarnos con un pan de agua para dos. No resisti la mirada y dirigi mi cabeza al mostrador del colmado haciendo senas para que me destaparan otras dos cervezas, las primeras de este viejo amigo y yo despues de ser adultos. Despues que se arruinaron las bicicletas nunca volvimos a vernos, el tiempo separo a dos ninos que aventuraban las noches de escuela en una bicicleta agarrandole el culo a los cueros de la Duarte, en veranos reuniamos un grupito en la Maria Montes para irnos de rio y playa. Depues crecimos, tanto que no nos conociamos, el camino al trabajo y yo de vuelta de la discoteca "Como tu ta' veje?" y me perdia en un abrazo que nos llevaba al verano del 88 con la cabellera rubia del sol de las doce y las piernas llena de rampanos. Hoy es domingo, como no pude haberlo notado, hacia el mismo sol de aquellos veranos eternos que se han clavado en el alma, que todavia se habla de cuando nosotros saltabamos gomas en frente de la Induban a la hora de los obreros salir y con un aplauso admiraban nuestras piruetas de ciclistas novicios. Veje no dejaba demirarme ni siquiera para llenar el vaso plastico de cerveza, yo no pude seguir evitandolo y de una manera desafiente volvi a sus ojos, como en aquellos anos en que no queria hacer lo que yo dijera. Se dio cuenta que yo me senti incomodo,pero no podia hablar, cualquier palabra aunque sea monosilabica, podia irrumpir un llanto que nunca habria salido de sus ojo. Eramos ya adultos, y una tarde de domingo no era suficiente para decifrar lo que hemos sufrido, yo en la distancia y el en el mismo sol que coloreaba mis cabellos rubios. Tomo un poco de aire y yo disimule volviendo mi cabeza hacia el mostrador del colmado, no aguanto mas
"quien cono tu eras?
-Hoy parece un domingo de cuando me levantaba temprano para preguntarte, "Chueca donde vamos hoy?"
Hay que lavar la bicicleta! Veje
Esos domingo no volveran, pero el insistia en preguntarme como conocia donde ibamos, yo no me atrevi a decirle que nunca supe donde ir, que solo encontraba lugares aprendiendo a perdernos en la ciudad que era otra y no la que compartimos en un auto alquilado.
Volvio a clavarme la mirada y se atrevio a decirlo,
Chueca,,,yo te quiero mucho"
Esta vez era yo quien queria llorar, y levante la vista al sol para que secara las lagrimas sin poder contestarle nada.